1. Introducción
El cateterismo vesical permanente o de larga duración representa una de las intervenciones más frecuentes en el ámbito hospitalario y sociosanitario. Se estima que más del 15% de los pacientes hospitalizados reciben algún tipo de sondaje urinario durante su ingreso y que un número creciente de personas conviven con un catéter vesical de forma prolongada por motivos diversos: patologías neurológicas, obstrucción urinaria crónica, incontinencia severa, cuidados paliativos o condiciones postquirúrgicas¹.
A pesar de su utilidad clínica, el sondaje vesical prolongado conlleva un riesgo significativo de complicaciones, especialmente la infección del tracto urinario asociada a catéter (ITU-AC), la formación de biofilm bacteriano, lesiones uretrales, hematuria, obstrucciones, e incluso cálculos vesicales o cáncer vesical en los casos más crónicos². De hecho, se estima que entre el 70% y el 80% de las infecciones nosocomiales urinarias están relacionadas con el uso de sondas vesicales³.
Frente a este escenario, el papel de la enfermería es central no solo en la inserción y mantenimiento del catéter, sino también en la prevención activa de complicaciones, en la educación al paciente y familia, y en la monitorización continua del estado funcional del dispositivo y de la salud del tracto urinario. La literatura internacional subraya que una correcta técnica aséptica, junto con una vigilancia y manipulación adecuadas, puede reducir sustancialmente la tasa de complicaciones y mejorar la calidad de vida de estos pacientes⁴.
La creciente demanda de cuidados en pacientes crónicos, de edad avanzada o institucionalizados, así como el auge de la hospitalización a domicilio, convierte este tema en un área de interés prioritario para los equipos de enfermería, especialmente en consultas externas de urología, atención domiciliaria y seguimiento ambulatorio.
Este artículo tiene como objetivo presentar un protocolo enfermero integral, basado en la evidencia, para el manejo de pacientes con sondaje vesical de larga duración, detallando las técnicas de mantenimiento, las recomendaciones para la educación sanitaria, los indicadores de calidad asistencial y las estrategias para prevenir las infecciones del tracto urinario asociadas al uso crónico de sondas.
2. Indicaciones clínicas y tipos de cateterismo vesical de larga duración
El cateterismo vesical de larga duración se indica en pacientes con necesidad sostenida de drenaje urinario, en situaciones en las que la micción espontánea no es posible o es clínicamente desaconsejable. A diferencia del sondaje vesical transitorio (habitual en el postoperatorio inmediato o en episodios agudos), el uso prolongado implica una exposición continuada al riesgo de infecciones, lesiones urológicas y complicaciones asociadas.
2.1. Indicaciones clínicas más frecuentes
Las principales indicaciones para el uso de catéter urinario permanente incluyen⁵:
- Retención urinaria crónica no susceptible de corrección quirúrgica o farmacológica, como en casos de hiperplasia benigna de próstata avanzada, estenosis uretral o vejiga neurógena.
- Incontinencia urinaria grave en pacientes con movilidad reducida, úlceras por presión o riesgo de dermatitis asociada a la humedad.
- Cuidado paliativo, cuando el sondaje mejora el confort y reduce el riesgo de complicaciones asociadas al manejo de la incontinencia.
- Lesiones medulares o enfermedades neurológicas (esclerosis múltiple, Parkinson, demencias avanzadas) con afectación vesical funcional.
- Pacientes en situación terminal o institucionalizados en centros sociosanitarios sin posibilidad de control voluntario de la micción.
En todos los casos, la indicación debe ser valorada individualmente, evitando su uso rutinario sin justificación clínica documentada, tal como recomiendan los **Centers for Disease Control and Prevention (CDC)**⁶.
2.2. Tipos de catéter y sistemas de drenaje
Los dispositivos más comúnmente utilizados en cateterismo de larga duración son:
Sonda Foley (uretral)
- El más extendido en hospitales y domicilios.
- Fabricado en látex siliconado o silicona 100%.
- Posee balón inflable (5–30 ml) que se fija en el interior de la vejiga.
- Puede tener entre 1 y 3 vías (monolumen, bilumen, trilumen).
Indicaciones: pacientes con retención urinaria, postoperatorios, necesidad de control de diuresis, infecciones recurrentes.
Catéter suprapúbico (cistostomía percutánea)
- Se inserta directamente en la vejiga mediante punción quirúrgica a través de la pared abdominal baja.
- Indicado en pacientes con daño uretral, lesiones medulares o sondaje uretral dificultoso.
- Tiene menor riesgo de uretritis, pero puede presentar complicaciones en la piel o el trayecto de la sonda.
Ventajas:
- Mayor comodidad.
- Menor interferencia sexual.
- Menor colonización uretral⁷.
Sistemas de drenaje
- Bolsa colectora diurna/nocturna: con válvula antirretorno, volumen ≥ 2 L, para colgar en cama o pierna.
- Tapón de cierre intermitente (clamp): permite mantener la sonda cerrada para estimular llenado vesical, en sondajes intermitentes funcionales.
- Sistemas antirreflujo: reducen riesgo de contaminación ascendente.
La elección del tipo de sonda y sistema debe considerar:
- Anatomía del paciente.
- Duración esperada del sondaje.
- Nivel de autonomía.
- Posibilidades de higiene y control.
- Preferencias personales en cuidado domiciliario.
3. Protocolo de mantenimiento y cuidados enfermeros del catéter vesical
La calidad en los cuidados enfermeros al paciente portador de sonda urinaria de larga duración tiene un impacto directo en la prevención de complicaciones, la prolongación de la vida útil del catéter y la calidad de vida del paciente. Un protocolo estructurado y basado en evidencia es esencial para estandarizar la atención y garantizar la seguridad clínica.
3.1. Principios generales del mantenimiento
Las recomendaciones de organismos como los Centers for Disease Control and Prevention (CDC), el National Institute for Health and Care Excellence (NICE) y la European Association of Urology (EAU) establecen principios básicos de actuación⁶⁸⁹:
- Evitar manipulaciones innecesarias del sistema de drenaje.
- Mantener el sistema cerrado y estéril.
- Realizar técnica aséptica en todo procedimiento relacionado con la sonda.
- Cambiar el catéter solo cuando esté clínicamente indicado, no de forma rutinaria.
- Evitar el pinzamiento prolongado del sistema, salvo en sondajes intermitentes controlados.
- Hidratar al paciente adecuadamente para mantener un flujo urinario constante.
3.2. Higiene diaria
La higiene diaria es responsabilidad directa de la enfermera en el entorno hospitalario y debe ser enseñada al paciente/cuidador en contextos ambulatorios o domiciliarios.
Protocolo básico de higiene:
- Lavado de manos del profesional y del paciente.
- Limpieza de la zona uretral/suprapúbica con agua tibia y jabón neutro, una vez al día y tras deposiciones.
- Evitar soluciones antisépticas rutinarias, salvo indicación específica.
- Secado cuidadoso con compresas estériles.
- Fijación adecuada del catéter a la pierna o abdomen para evitar tracción.
En el caso de sondas suprapúbicas, se debe además revisar la piel circundante, limpiar el estoma y aplicar apósito si hay secreción.
3.3. Cambios de catéter
La frecuencia de recambio depende del tipo de catéter, las características del paciente y la evolución clínica. En general:
Tipo de catéter | Frecuencia recomendada |
---|---|
Silicona 100% | Cada 6–12 semanas |
Látex siliconado | Cada 3–4 semanas |
Suprapúbico | Cada 4–6 semanas |
Se debe documentar cada cambio en la historia clínica e incluir:
- Fecha y hora.
- Tipo y calibre del catéter.
- Características de la orina.
- Reacción del paciente.
- Incidencias durante el procedimiento.
El recambio debe realizarse con técnica estéril estricta, lubricación adecuada y con verificación del inflado del balón tras la inserción.
3.4. Monitorización de complicaciones
El seguimiento enfermero incluye la observación sistemática de signos clínicos de infección o complicaciones asociadas:
- Fiebre o escalofríos.
- Mal olor o coloración anormal de la orina.
- Sedimentos o hematuria.
- Dolor suprapúbico o lumbar.
- Obstrucción o flujo disminuido.
- Extravasación o pérdida de fijación.
Ante cualquiera de estos signos, se deben tomar medidas inmediatas:
- Notificar al médico responsable.
- Recoger muestra estéril para cultivo.
- Iniciar protocolo de sospecha de ITU-AC.
En pacientes inmunodeprimidos, ancianos o con patología de base, estos signos pueden ser inespecíficos, por lo que el juicio clínico de la enfermera es determinante.
3.5. Registro y trazabilidad
Todo procedimiento debe ser documentado detalladamente en la historia clínica o sistema de registro enfermero:
- Fecha de inserción o recambio.
- Evaluación de la zona de inserción.
- Observaciones clínicas.
- Intervenciones realizadas.
- Educación proporcionada al paciente/cuidador.
Una correcta trazabilidad es indispensable para detectar patrones de complicaciones, evaluar la calidad del cuidado y cumplir con los estándares de auditoría clínica.
4. Rol enfermero en la educación sanitaria al paciente y cuidadores
El éxito del cateterismo vesical prolongado no depende únicamente de la técnica de inserción y del seguimiento clínico, sino también —y especialmente en contextos ambulatorios— del grado de conocimiento, implicación y competencias del propio paciente o sus cuidadores. Por tanto, una de las funciones más relevantes del profesional de enfermería es la educación sanitaria continuada, adaptada a las capacidades cognitivas, emocionales y funcionales de cada usuario.
4.1. Principios de la educación terapéutica
Según la definición de la OMS, la educación terapéutica es “un proceso continuo, estructurado, integrado en la asistencia, destinado a ayudar al paciente a adquirir o mantener las competencias que necesita para gestionar óptimamente su vida con una enfermedad crónica”¹⁰.
En el caso del sondaje de larga duración, esta educación debe ser:
- Personalizada: teniendo en cuenta el entorno, apoyo familiar, nivel de alfabetización en salud.
- Basada en objetivos: higiene, control de infecciones, reconocimiento de signos de alerta.
- Progresiva: reforzada en cada contacto con el sistema sanitario.
- Documentada: debe constar en el plan de cuidados.
4.2. Contenidos esenciales de la educación sanitaria
La enseñanza al paciente o cuidador debe incluir al menos los siguientes puntos:
Higiene del área perineal o suprapúbica
- Limpieza diaria con agua tibia y jabón neutro.
- No usar alcohol, povidona ni clorhexidina si no hay indicación médica.
- Secar con compresas estériles.
Control del sistema de drenaje
- Mantener la bolsa colectora por debajo del nivel de la vejiga.
- Nunca desconectar el sistema salvo recambio indicado.
- Vaciar la bolsa cada 6–8 horas o cuando esté al 75% de capacidad.
- No permitir que la bolsa toque el suelo.
Prevención de complicaciones
- Vigilar orina: color, olor, turbidez.
- Observar síntomas de infección: fiebre, escalofríos, dolor suprapúbico.
- Informar si hay pérdida de fijación, obstrucción o salida de orina por fuera del catéter.
- No tirar del catéter ni manipular el balón.
Recambios y seguimiento
- Conocer la fecha del próximo recambio.
- Asistir puntualmente a consultas.
- Registrar incidencias en un cuaderno personal de salud.
4.3. Técnicas y materiales educativos
La educación puede realizarse de forma oral, escrita y demostrativa. Se recomienda:
- Material impreso personalizado: folletos con esquemas e imágenes.
- Vídeos tutoriales (plataformas oficiales de salud).
- Técnica de retorno-demostración: paciente o cuidador reproduce el procedimiento aprendido.
- Checklist educativo firmado y archivado en historia clínica.
La entrega del material debe ir acompañada de tiempo para resolución de dudas y validación de la comprensión.
4.4. Refuerzo y seguimiento de la autonomía
No basta con educar una vez. La información debe reforzarse regularmente. El seguimiento enfermero puede hacerse:
- En consulta externa (urología, enfermería de continuidad).
- En visitas domiciliarias (pacientes inmovilizados o institucionalizados).
- Por teléfono o teleconsulta (en programas de hospitalización a domicilio).
Se deben establecer objetivos de autonomía progresiva y ofrecer acompañamiento emocional para empoderar al paciente, evitando sensación de dependencia o infantilización.
5. Prevención de infección urinaria asociada a catéter (ITU-AC)
La infección del tracto urinario asociada a catéter (ITU-AC) es la complicación más frecuente en pacientes con sondaje urinario permanente y representa un problema significativo tanto en hospitales como en centros sociosanitarios y domicilios. Su prevención es una prioridad clínica, ya que puede derivar en cuadros graves como pielonefritis, sepsis o bacteriemia, especialmente en pacientes de edad avanzada o con comorbilidades.
5.1. Definición y magnitud del problema
Según los Centers for Disease Control and Prevention (CDC), la ITU-AC se define como “una infección urinaria que ocurre en un paciente portador de catéter vesical durante al menos 48 horas, con signos clínicos compatibles y bacteriuria documentada”¹¹.
Se calcula que el riesgo diario de desarrollar bacteriuria aumenta un 5% por cada día de sondaje, lo que supone una tasa de hasta el 100% de colonización en pacientes con catéter por más de un mes¹². La mayoría de estas infecciones son asintomáticas, pero hasta un 25% pueden derivar en ITUs sintomáticas, con riesgo de complicaciones sistémicas.
5.2. Factores de riesgo
- Duración prolongada del cateterismo.
- Técnica de inserción incorrecta.
- Violación del sistema cerrado.
- Escasa higiene perineal.
- Patologías asociadas (diabetes, inmunosupresión, enfermedad neurológica).
- Edad avanzada y dependencia funcional.
- Cambios frecuentes de sonda sin indicación clínica.
5.3. Biofilm bacteriano: el enemigo invisible
Uno de los grandes retos en la prevención de la ITU-AC es la formación de biofilm bacteriano en la superficie interna y externa del catéter.
El biofilm es una estructura compleja de microorganismos (generalmente E. coli, Pseudomonas aeruginosa, Proteus mirabilis, Klebsiella spp.) que se adhiere al material del catéter y se recubre con una matriz extracelular que lo protege de los antimicrobianos y del sistema inmune¹³.
Una vez formado, el biofilm:
- Aumenta el riesgo de obstrucción.
- Favorece la reinfección tras tratamiento antibiótico.
- Puede migrar hacia la vejiga o el tracto superior.
Por ello, la mejor estrategia frente al biofilm es la prevención, manteniendo un entorno aséptico y minimizando el tiempo de uso del catéter.
5.4. Estrategias clínicas de prevención
Las principales medidas preventivas, basadas en la evidencia, incluyen¹⁴⁻¹⁶:
- Evitar el uso del catéter salvo indicación estricta.
- Mantener un sistema cerrado estéril.
- Utilizar catéteres de silicona de calibre mínimo efectivo.
- Fijar el catéter adecuadamente para evitar microtraumatismos uretrales.
- Evitar desconexiones innecesarias.
- Realizar una higiene cuidadosa diaria sin sustancias irritantes.
- Asegurar una hidratación adecuada salvo contraindicación.
- Evitar el pinzamiento habitual del sistema salvo indicación médica.
5.5. Indicadores de calidad asistencial
La implementación de medidas de seguridad frente a la ITU-AC debe incluir indicadores de seguimiento enfermero, como:
- Tasa de ITU-AC por 1.000 días de cateterismo.
- Registro de cambios de catéter documentados.
- Porcentaje de pacientes con higiene diaria registrada.
- Adherencia al protocolo de mantenimiento.
- Número de incidentes notificados (extracciones accidentales, manipulaciones indebidas).
Estos indicadores permiten valorar la calidad del cuidado, detectar áreas de mejora y contribuir a la seguridad del paciente.
6. Recomendaciones prácticas para la enfermería en consultas externas de urología
Las consultas externas de urología son un espacio clave para la continuidad asistencial, el seguimiento de pacientes crónicos y el manejo clínico de patologías urológicas de larga evolución. En este entorno, el papel de la enfermera adquiere un valor fundamental, especialmente en el abordaje de pacientes portadores de sonda vesical permanente, quienes requieren vigilancia periódica, educación sanitaria continuada y evaluación de posibles complicaciones.
La intervención enfermera no debe limitarse a la ejecución técnica de procedimientos (recambios, sondajes, irrigaciones), sino que debe articularse como una actividad clínica estructurada, con criterios de calidad, coordinación interdisciplinar y objetivos terapéuticos claros.
6.1. Criterios de derivación y abordaje desde enfermería
Desde la atención primaria o tras el alta hospitalaria, deben derivarse a consulta enfermera de urología los siguientes perfiles de paciente:
- Portadores crónicos de sonda vesical o suprapúbica con necesidad de seguimiento.
- Pacientes con historial recurrente de ITU-AC.
- Usuarios con dificultades en el autocuidado o con cuidadores no entrenados.
- Casos con complicaciones previas (obstrucciones, hematuria, fugas).
- Pacientes en seguimiento urológico postquirúrgico con drenaje urinario.
En la primera visita, la enfermera debe realizar una valoración estructurada del paciente:
- Motivo del cateterismo y duración estimada.
- Historial de infecciones o complicaciones.
- Técnicas de higiene y manipulación empleadas.
- Estado de la piel y del punto de inserción.
- Comprensión y adherencia al tratamiento.
- Impacto emocional y nivel de dependencia.
6.2. Circuito asistencial y coordinación interprofesional
La consulta de enfermería debe estar integrada en el circuito clínico del paciente urológico. Algunas estrategias para optimizar este proceso incluyen:
- Coordinación con atención primaria para control intermedio entre visitas hospitalarias.
- Programación de recambios periódicos planificados.
- Comunicación directa con urología ante hallazgos anómalos.
- Registro digitalizado en historia clínica electrónica para trazabilidad.
En muchos hospitales, la consulta de enfermería de urología opera bajo demanda y seguimiento programado, permitiendo intervenir ante síntomas de alarma sin demoras en la atención.
6.3. Rol educativo y de seguimiento continuo
Las consultas externas son un momento idóneo para:
- Reforzar la educación sanitaria.
- Detectar errores en la técnica domiciliaria.
- Evaluar riesgos de infección.
- Establecer medidas correctivas.
- Acompañar emocionalmente al paciente crónico.
Una de las tareas prioritarias es identificar si el paciente puede mejorar su autonomía o si requiere una reeducación completa. En casos de deterioro cognitivo o dependencia avanzada, debe implicarse al cuidador principal, verificar la capacitación práctica y registrar el proceso educativo.
Además, la consulta permite aplicar escalas de calidad de vida, realizar seguimiento del dolor, e incluso derivar a trabajo social o psicooncología si se detectan necesidades adicionales.
6.4. Recomendaciones clave para práctica avanzada
- Usar checklists de seguridad en cada recambio de sonda.
- Documentar siempre las intervenciones en historia clínica.
- Aplicar guías clínicas estandarizadas (CDC, EAU).
- Evitar prácticas empíricas sin respaldo (irrigaciones con suero sin indicación, antisépticos rutinarios).
- Fomentar el autocuidado progresivo.
- Ofrecer información escrita y recursos audiovisuales.
- Evaluar de forma periódica la necesidad real del catéter (descateterización precoz si es posible).
- Conectar con unidades de hospitalización a domicilio si la situación lo requiere.
7. Conclusiones y propuestas para mejorar la atención enfermera en cateterismo vesical de larga duración
El cateterismo vesical permanente continúa siendo una intervención clínica esencial en el manejo de múltiples patologías urológicas y sistémicas. Sin embargo, su utilización prolongada exige un enfoque profesional centrado en la prevención, la vigilancia activa y la educación sanitaria continuada.
La enfermería, especialmente desde las consultas externas de urología y los programas de atención domiciliaria, tiene la capacidad —y la responsabilidad— de liderar este tipo de cuidados con criterios de excelencia clínica y humanización.
Este artículo ha puesto de relieve que:
- El uso prolongado de sondas urinarias aumenta el riesgo de infecciones, biofilm, lesiones uretrales, obstrucciones y dependencia funcional.
- La educación al paciente y cuidadores, el seguimiento clínico estructurado y el registro cuidadoso de las intervenciones enfermeras son pilares fundamentales para garantizar la seguridad del paciente.
- Existen protocolos basados en la evidencia que permiten prevenir gran parte de las complicaciones derivadas del uso crónico del catéter.
- La intervención enfermera debe incluir no solo la técnica, sino también el acompañamiento emocional, la revaloración continua y la coordinación con otros niveles asistenciales.
- La enfermería urológica tiene un papel clave en la mejora de la calidad de vida del paciente sondado y en la reducción de costes derivados de ingresos evitables, infecciones nosocomiales y complicaciones prevenibles.
Propuestas para avanzar en la calidad del cuidado:
- Implantar programas de formación específica en enfermería urológica en todos los niveles asistenciales.
- Crear registros estandarizados de seguimiento de pacientes con sondaje crónico.
- Favorecer la creación de consultas enfermeras propias dentro de urología.
- Diseñar materiales didácticos adaptados y validados para pacientes y cuidadores.
- Establecer indicadores de calidad y seguridad específicos para esta intervención.
La profesionalización de la atención enfermera en el cateterismo vesical de larga duración es un paso necesario hacia una práctica más segura, eficaz y centrada en el paciente.
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Ana Maria Sánchez Arnas.